Cuando veo a través del espesor del agua *
Textos para la exposición Confluencias (fucsia y arcilla) sobre la obra de Rufo Criado en el Museo Municipal de Cerámica de Aranda de Duero.: Julián Valle, Campillo de Aranda, marzo 2019.
Textos para la exposición Confluencias (fucsia y arcilla) sobre la obra de Rufo Criado en el Museo Municipal de Cerámica de Aranda de Duero.: Julián Valle, Campillo de Aranda, marzo 2019.
Puerta
Antes de pasar el umbral abrimos la puerta. Imaginamos el trabajo paciente del carpintero, el alisado y cepillado de las molduras. Como sobre la materia viva crea ángulos, líneas, curvas. Presenta ante la vista una regularidad en las superficies, y esta regularidad contiene y pone aún más en evidencia -como el más bello contrapunto- las líneas de vida de la vetas. Desde la vista, sin embargo, necesitamos extendernos más hacia adentro, hasta lo táctil. Y ahí, en ese mar de ondulaciones apenas perceptibles estará nuestro gozo: pues es esta la caricia que «toma posesión de la sustancia profunda».[i] Esta es una labor que pertenece a un tiempo, y a un tempo, el del artífice; solo él podría deleitarse elaborando las piezas internas de esta cerradura que vemos en la puerta: haciendo delicados dibujos geométricos o esquemáticos en esa parte que por siempre permanecerá oculta, como la maquinaria de un reloj. Oculta para todos, menos para sus ojos deslumbrados ante los derroteros marcados por la propia obra. Él al igual que el artista cuya obra ahora contemplamos vivirá la fascinación por las formas, y en el caso del pintor también por el color que las contiene o las envuelve.
Antes de pasar el umbral abrimos la puerta. Imaginamos el trabajo paciente del carpintero, el alisado y cepillado de las molduras. Como sobre la materia viva crea ángulos, líneas, curvas. Presenta ante la vista una regularidad en las superficies, y esta regularidad contiene y pone aún más en evidencia -como el más bello contrapunto- las líneas de vida de la vetas. Desde la vista, sin embargo, necesitamos extendernos más hacia adentro, hasta lo táctil. Y ahí, en ese mar de ondulaciones apenas perceptibles estará nuestro gozo: pues es esta la caricia que «toma posesión de la sustancia profunda».[i] Esta es una labor que pertenece a un tiempo, y a un tempo, el del artífice; solo él podría deleitarse elaborando las piezas internas de esta cerradura que vemos en la puerta: haciendo delicados dibujos geométricos o esquemáticos en esa parte que por siempre permanecerá oculta, como la maquinaria de un reloj. Oculta para todos, menos para sus ojos deslumbrados ante los derroteros marcados por la propia obra. Él al igual que el artista cuya obra ahora contemplamos vivirá la fascinación por las formas, y en el caso del pintor también por el color que las contiene o las envuelve.
Es
como si formas y colores emanaran «de las cosas mismas, como el dibujo de las
constelaciones. Entre él y lo visible los papeles inevitablemente se invierten.
Por eso han dicho tantos pintores que las cosas los miran».[ii] Emanan, las
atraviesan y nos atraviesan, e incluso en el cuadro su ser emerge: «pinto acaso
para surgir» [iii] dice el pintor. Rufo
podría decir -dando color a las formas y las esencias- que emerge atravesado
por la respiración del paisaje: desde un rincón recoleto entre edificios de
hormigón, en el detalle de una azulejería…o desde ese río entre arboledas y
campos labrados, en ese valle que ve desde el porche del estudio. Ciertamente
en todo «hay verdadera inspiración y expiración del ser».[iv] Quién allí,
contemplando el atardecer en un día de verano, cuando se percibe un silencio,
que no es ausencia si no presencia… como la presencia de un rumor. Presencia
cercada por el sonido de algún pájaro que parece manar del mismo silencio, y al
que devuelve con su canto profundidad y sentido. Quién allí no siente todo ello
muy dentro de sí: sentir -como diría Cézanne- que «la naturaleza está en el
interior».[v]
Ornamentales
nº 33
Rufo Criado, 2015
Acrílico s. madera
45.5 46 x 4.5 cm.
Rufo Criado, 2015
Acrílico s. madera
45.5 46 x 4.5 cm.
Refugio
En qué momento el ser humano busco geometrizar lo que le rodeaba. Si nos remontamos a los orígenes, acaso podría ser por su condición de nómada: constantemente mudándose entre lo sinuoso de la cueva, para después construir la geometría del refugio al aire libre: entre la oscuridad y la luz, el agua que mana y el cielo, la curvatura y el ángulo.
Lo vemos en las primeras manifestaciones de aquello que hemos dado en llamar arte. Y que pasa desde un naturalismo magdaleniense –coexistiendo- a esa abstracción aziliense donde se pone de relieve esa importancia del gesto[vi] que ya delata un lenguaje complejo. Donde el artista como creador de un mensaje -que diría Leroi-Gourhan-
ejerce a través de las formas una función simbolizadora [...] la necesidad, al mismo tiempo física y psíquica, de proporcionar al individuo y al grupo social un punto para asirse del universo, de realizar la inserción del hombre, mediante el aparato simbólico, en el mundo móvil y aleatorio que lo envuelve.[vii]
Este
mensaje también aparece en la arquitectura primigenia que podría también entrar
en relación con esa geometrización y abstracción que encontramos en diferentes
periodos de la prehistoria. Pues esa estructura de la primera cabaña del
cazador también es, además de refugio, un asidero, un signo, una extensión de
su propio cuerpo puesta en relación con la inmensidad. Un espacio a su medida,
nuestra medida, reconocible y donde reconocernos. Un refugio dentro de un
universo desconocido y misterioso, aquí bajo los pies, y más allá del
horizonte.
Tríptico
Intercatia
Rufo Criado, 2016
Acrílico s. lienzo impreso
92 x 220 x 4 cm.
Rufo Criado, 2016
Acrílico s. lienzo impreso
92 x 220 x 4 cm.
Signos
Ha quedado atrás el umbral y ya estamos de nuevo en la orilla del río. La crecida ha depositado ramas que parecen colocadas con la precisión que tienen los signos de una caligrafía desconocida. Aparecen en la sombra del pájaro, y en el dibujo en las alas de la mariposa. Aparece una ligera brisa y tiemblan los reflejos del carrizo en el remanso del río jaspeados por el azul del cielo. Son signos.
Signos que no pueden constituir señales, ni avisos. Y que si nos remitimos a ese aviso del puro sentir que vive envuelto en el olvido en todo hombre, se nos aparecen como figuras y signos impresos desde muy lejos, y desde muy próximo; signos del universo.[viii]
Ha quedado atrás el umbral y ya estamos de nuevo en la orilla del río. La crecida ha depositado ramas que parecen colocadas con la precisión que tienen los signos de una caligrafía desconocida. Aparecen en la sombra del pájaro, y en el dibujo en las alas de la mariposa. Aparece una ligera brisa y tiemblan los reflejos del carrizo en el remanso del río jaspeados por el azul del cielo. Son signos.
Signos que no pueden constituir señales, ni avisos. Y que si nos remitimos a ese aviso del puro sentir que vive envuelto en el olvido en todo hombre, se nos aparecen como figuras y signos impresos desde muy lejos, y desde muy próximo; signos del universo.[viii]
Ornamentales
nº 35
Rufo Criado, 2015
Acrílico s. madera
45.5 46 x 4.5 cm.
Rufo Criado, 2015
Acrílico s. madera
45.5 46 x 4.5 cm.
Son
estas formas y colores las que salen a nuestro encuentro, emanan decíamos
antes. Y son las que en el estudio del pintor van surgiendo del cuadro como si
siempre hubiesen estado allí desde siempre. Él observa ese brotar sintiendo,
como ocurre al ver los estratos geológicos, los entrelazados de una yesería o
un bosque, que hay una “lógica”, un sonido interno, «una vibración de las
apariencias de la que surgen las cosas»,[ix] y que este brotar es
el que el pintor fija, primeramente para sí mismo, en un cuadro, y luego para
nosotros que cruzamos el umbral de la puerta para visitar esta exposición. Este
es el trabajo sencillo del artista, en la estela de otros con idéntico
compromiso. Como aquel pintor que «según sabemos por la señora Cézanne, se
paraba y lo observaba todo con los ojos muy abiertos: “germinaba” con el
paisaje».[x]
* Maurice Merleau-Ponty. El ojo y el
espíritu.Madrid: Mínima Trotta, 2017, p. 54.
[i] Esta
definición de caricia es a la que se refiere el escritor Michel Tournier al
recordar a su maestro Gaston Bachelard, cuando en su cátedra de filosofía en la
Sorbona les hacía admirar la “la textura compleja e inteligente de la peonza de
madera (…) que el niño toca (incluso chupa) tanto como mira”. Algo que parece
solo posible con estas materias que poseen profundidad. En Tournier, Michel.
Celebraciones. Barcelona: El acantilado, 2002, p. 17.
[ii] Maurice Merleau-Ponty, op. cit., p. 29.
[iii] Ídem. El pintor es André Marchand.
[iv] Ídem.
[v] Ibídem., p.24.
[vi] Hace solo treinta años, el historiador Francesco D’Errico, mediante análisis microscópicos MEB (microscopio electrónico de barrido) descubrió la importancia del gesto en la elaboración de los grabados en cantos azilienses, desterrando la hipótesis anterior que suponía que eran simples anotaciones: en un mismo yacimiento “el conjunto de la decoración de estas piezas se realizó con el mismo útil y en un tiempo muy breve, quizá de una sola vez”. André Leroi-Gourhan. La prehistoria en el mundo. Madrid: Ediciones Akal, 2002, p. 460.
[vii] André Leroi-Gourhan. Las religiones de la prehistoria. Barcelona: Editorial Lerna, 1987, p. 75-76.
[viii] María Zambrano. Claros del bosque. Barcelona: Editorial Seix Barral, 1990, p.108.
[ix] Maurice Merleau-Ponty. La duda de Cézanne. Madrid: Casimiro, 2018, p.47
[x] Ídem., p. 46.
Rufo Criado Confluencias (fucsia y arcilla)
Del 17 de mayo al 24 de agosto de 2019
Calle Don Julián y Don Romero, 3 y 5
Aranda de Duero. Burgos
Horarios:
viernes de 12 a 14h. y de 18 a 20 h.
sábados y domingos de 12 a 14h
Tel.: 666 06 84 29
Abrid el lunes canallas
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