martes, 13 de julio de 2021

Breve paseo con Delso por el bosque y sus claros_Miguel A. Delso: Desde el interior



 



Breve paseo con Delso por el bosque y sus claros

Texto para la exposición Desde el interior de Miguel Á. Martínez Delso.
Julián Valle, Campillo de Aranda, mayo de 2021





Tomar conciencia es tomar forma.

Henri Focillon[1]

 
La materia

Trabajar con determinada materia es estar atento a sus enseñanzas. Cuando se trata de gres o porcelana sabemos que este material, si acaso interesa conectar con su naturaleza íntima, no permitirá descuidos ni dará respiro. La experiencia y el conocimiento no servirán de nada si no nos acercamos con humildad, pues la materia -al tomar forma- suele castigar al engreído.  

Es un distintivo de algunos artistas -los de los productos más aparatosos- intentar que la materia se plegue a sus ideas...o mejor caprichos: por ello este no puede ser su material, es mejor que escojan otro más dócil. En relación con cuestiones como éstas, escribió un texto -para presentar una exposición- el poeta, y fino ensayista, Paul Valéry. Su título es De la eminente dignidad de las artes del fuego. Comienza de esta forma tan clara: “En toda obra se unen un deseo, una idea, una acción y una materia”[2]. Para él “la nobleza de un arte, depende de la pureza del deseo del que procede y de la incertidumbre del autor en cuanto al feliz desenlace de su acción”.[3] Por ello, la inseguridad respecto al resultado de sus esfuerzos, es directamente proporcional a la virtud del artista.


Es éste un camino incierto -el diálogo con la materia- en el que no cabe imposición. Y a cambio se ofrece conocimiento, no tanto del oficio como de uno mismo, y determinación para asumir el fracaso y el riesgo: algo así como conocerse mejor a sí mismo. Y también conectar con realidades que están por encima, debajo e incluso dentro de nosotros. Para Valéry sería también conectar con la historia del planeta, pues -nos dice- la Tierra o Marte no son, después de todo más que cuerpos enfriados. Para después, acabada la pieza, sentir “nacer la idea de modelar otra distinta, sin más fin que la caricia”.[4]




El fondo

Continuamos con este acercamiento a las formas cerámicas que nos ofrece el escultor, y que ahora ya vemos más minerales y más propias: ya no es simplemente un objeto que está ahí. Propongo, en principio, acompañar al autor en uno de sus habituales paseos. Delso tiene como afición registrar fotográficamente cosas que le fascinan. Muchas veces en el paisaje más cercano al que pregunta...y este le contesta con una imagen: esta relación pregunta-respuesta es la misma cuando elabora una pieza. Puede ser desde un detalle, hasta los espacios amplios, tantas veces abiertos a una inmensidad que se pierde en el horizonte, o que se pierde entre las nubes. Compone la imagen como por puro instinto, o mejor, traduce en imagen lo que el lugar le dice: pues el lugar siempre nos habla. Y cada forma -dentro de la imagen- toma su propia significación en relación a otras formas, y colores. El lugar nos habla, pero hay que aprender a escuchar. Y, antes que nada, descubrir la elocuencia del silencio, después del sonido. Naturalidad, sencillez, simplicidad. Esta relación con las cosas, sea una imagen fotográfica o una escultura, siempre está alejada de toda acumulación artificiosa. Recordamos lo dicho por Josep María Esquirol: “Quien no perciba lo más sencillo, tampoco sentirá lo más hondo”.[5]


Me lo imagino en esos lugares que tanto le place recorrer, y que he tenido el privilegio de compartir. Ahora mira el horizonte buscando la forma: las crestas de las montañas. Distingue al árbol en el interior del bosque, al ave en el árbol, su canto en el bosque relicto. Alguien se acerca caminando por un sendero. El reconocimiento no es inmediato pero es claro: primero fue la luz, luego el trueno.


Nada puede ser sin estar en relación con ese fondo que le da significación. Pues no hay forma sin fondo, ni ser sin ese mundo que le dio forma y le dio la vida. Para así, continuamente, a lo largo de su existencia estarse haciendo.


¿Pero que hay en el fondo de ese fondo? ¿Qué relación hay con ese ser que está haciendo-se, mientras da forma a lo informe, mientras da forma cercando un espacio vacío?







El cercar

¿Cómo construye sus esculturas? Parecen -también- como que se hacen -a sí mismas- desde un interior hacia fuera. ¿Y este interior, cercado por la forma, es un interior vacío? Como esa vasija de barro (no sólo la taoísta) que tiene la utilidad de poder contenerlo todo: como la ventana, o la puerta. Valente nos muestra de qué manera sobreviene la forma: “El estado de creación es igual al wu-wei en la práctica del Tao: estado de no acción, de no interferencia, de atención suprema a los movimientos de la materia. Sólo en ese estado de retracción sobreviene la forma, no como algo impuesto a la materia, sino como epifanía natural de ésta.”[6]. Esta epifanía natural es a la que Delso quiere asistir, cuando siente que una pieza es, y sólo puede ser, así.



Este vacío, paradójicamente, no es ausencia: es receptáculo[7]. En el caso que nos ocupa, puede dar refugio al mundo. Como cuando nuestro autor enmarca un determinado paisaje con la forma de una de sus esculturas. Continuando esa relación que siempre han tenido sus obras con los elementos de la arquitectura primigenia, fundamental: la que intenta entender el mundo reduciéndolo a un espacio abarcable, que -a su vez- se relaciona con nuestro cuerpo. Que une la bóveda celeste con la construida, y ésta con la propia bóveda. Con los pies en la tierra que nos sustenta y nos da sustento. Obras que son tumba, techo, y -también- ventana y puerta. Es en esta escala, la nuestra, la humana, donde nuestra imaginación busca cobijo.



Y llegamos al final de este breve paseo. Y al igual que no hay forma sin fondo, ni corazón que no pueda contener -y alimentar- un bosque, no hay bosque sin claro. Ahora con María Zambrano:


Y queda la nada y el vacío que el claro del bosque da como respuesta a lo que se busca. Mas si nada se busca, la ofrenda será imprevisible, ilimitada.[8]



[1] Henri Focillon, La vida de las formas y Elogio de la mano, Xarait Ediciones, Madrid, 1983, p.48.

[2] Paul Valéry, Piezas sobre arte, A. Machado Libros S.A., Madrid, 2005, p.89.

[3] Id.

[4] Ibid., p.91.

[5] Josep María Esquirol, La penúltima bondad. Ensayo sobre la vida humana, Acantilado, Barcelona, 2018, p.16.

[6] José Ángel Valente. Obra poética, Alianza Editorial, Madrid, 1999, p. 41.

[7] Que -etimológicamente- recibe, recoge e incluso da refugio.

[8] María Zambrano, Claros del bosque, Biblioteca de Bolsillo, Barcelona, 1990, p.11.


Desde el interior 

Miguel Á. M. DELSO

Casa de la Cultura de Aranda de Duero (Biblioteca Pública)

15 de junio al 23 de julio de 2021

de lunes a viernes de 09:30 h. a 14:30 h.

Plaza del Trigo, 9. C.P.: 09400 Aranda de Duero. Burgos.

947 511 275

947 511 513


 

A través de la ventana._Miguel Á. M. Delso  abril, 2015. Sala de exposiciones del Arco de Sta María, Burgos.

Tierra, agua, fuego_Museo de Cerámica_La tierra adentro: textos para la exposición



La exposición “Tierra, agua, fuego” que presenta el Museo de Cerámica de Aranda de Duero (Burgos) a partir del 25 de mayo, y hasta el 25 julio del 2021 tiene como hilo conductor la utilización de la tierra y el barro como material para la creación contemporánea. Ha sido coordinada por el colectivo Néxodos y el propio museo, en colaboración con el Ayuntamiento de Aranda y la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León.

foto Néxodos

De esta forma, en una comunidad y en un municipio como Aranda de Duero, donde tanta presencia tuvo la alfarería como industria artesana —hoy en vías de extinción— hasta la década de los setenta del pasado siglo, se plantea una aproximación coral a un elemento que forma parte esencial de la identidad etnográfica, económica y cultural de nuestro medio rural, desde diferentes lenguajes, técnicas y disciplinas contemporáneas.

NÉXODOS

La tierra adentro

        Julián Valle, Campillo de Aranda, marzo 2020.

Textos para la exposición Tierra agua fuego 

 Museo de Cerámica de Aranda de Duero


Preámbulo

Es el momento de una afinación con el lugar: con el viento en la alameda y la alondra en el-su cenit, con la perfección del surco, con el limo gris bajo el puente y el traqueteo de un motor lejano…con la gradación cromática de la tierra arada que no conoce linderos, términos, fronteras o heredades.

Deambular

Y al paso responde otro paso, como el eco de otros que antes fueron dados y que a ellos se unen. Sobre la huella, sobre la huella, sigo trazando este camino a través de la tierra de campos. Un camino que acompaña al río hasta sus fuentes, que traspasa montañas, quizá hasta hacerse a la mar.

Un paso que ahora parece tener un sonido distinto, como si no llevase un hombre.[2] Estamos en la tierra adentro, en la profundidad del orbe, en su fondo más luminoso.






 
fotos Néxodos

La mano

Como podemos ver en estos espacios todas las obras coinciden en dar importancia a su realización material. No podía ser de otra forma cuando el material es el barro…y cuando es arte hecho con las manos. Henri Focillon cree necesaria la participación de la mano para que el poder receptivo o inventivo del espíritu vaya más allá del tumulto interior. El artista -dice Focillon en su Elogio de la mano- tiene todavía la facultad de ver el mundo como nuevo: «ha guardado el sentimiento mágico de lo desconocido, pero, sobre todo, la poética y la técnica de la mano. (…) Toca, palpa, calcula el peso, mide el espacio, modela la fluidez del aire para prefigurar en él la forma, acaricia la corteza de las cosas: con el lenguaje del tacto compone el lenguaje de la vista.»[3]

«Es, en primer lugar, artesano y alquimista (…) Los siglos han pasado por él sin alterar su vida profunda.»[4]










fotos Néxodos

La tierra adentro

Para el alquimista Le Cosmopolite «la tierra es un elemento muy propio para ocultar y manifestar las cosas que se le confían.»[5] También la obra oculta y manifiesta, pero ese albergar dentro de sí no quiere decir que se oculte un significado concreto: esto que ves no quiere decir algo, «no remite a un significado como un signo, sino que se muestra en su propio ser.»[6] Ya que «aquello que así surge y se oculta constituye, en su tensión, la configuración de la obra de arte.»[7]

Por ello es necesario detenerse ante las obras, dejar que la mirada repose en ellas. Pero esto no quiere decir que seamos sujetos pasivos. Como esa pasividad a la que invitan esas llamadas exposiciones de arte que prescinden -sorprendentemente- de la verdadera obra para montar un espectáculo de luz y sonido[8], como una especie de moderna caverna platónica. Que muestran tanto y nos deja tan poco. Por contra está la obra que deja poso, que persiste, que reposa en el fondo. Ese depósito en el fondo[9] que se remueve cuando, en nuestro recorrido vital, lo depositado vuelve a salir a nuestro encuentro: como un volver a caer en la cuenta, con un no saber sabiendo. Este no saber sabiendo de S. Juan de la Cruz[10] es el de la experiencia mística. Para Antonio Gamoneda, y para Valente, también es el de la experiencia poética, puesto «que no sé lo que sé hasta que no me lo dicen mis propias y ya escritas palabras».[11] Esto se podría aplicar a todo tipo de creaciones…sinceras, nos habla de un proceso de creación -independientemente de su soporte- que como la poesía, a decir de Gamoneda -siguiendo a T.S. Eliot- es «antes sensible que inteligible».[12] Por ello no es necesario un decir sobre cada una de estas obras, solo hay que contemplarlas.


Julián Valle. Campillo de Aranda, febrero, 2020




[1] Bachelard, Gaston. La tierra y los ensueños de la voluntad. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 92. 

[2] Tomado del Canto del caminar de Claudio Rodríguez, que así comienza:
Nunca había sabido que mi paso
era distinto sobre tierra roja,
que sonaba más puramente seco
lo mismo que si no llevase un hombre,
de pie, en su dimensión. Por ese ruido
quizá algunos linderos me recuerden.
Rodríguez, Claudio . Desde mis poemas. Don de la ebriedad. Madrid: Ediciones Cátedra, 1992, p. 49. 

[3] Focillon, Henri. La vida de las formas y Elogio de la mano. Madrid: Sarait Ediciones, 1983, p. 76.

[4] Ibíd., p.77.

[5] Alexandre Seton o Michel Sendivogius. La nouvelle lumière chimique pour servir d’éclaircissement aux trois Principes de la nature exactement décrits dans les trois Traités suivants: Le Traité du Mercure, Le Traité du Soufre, Le Traité du vrai Sel des Philosophes. Suivi des Lettres Philosophiques du même auteur — 1691. Chapitre II : De l’Élément de la Terre. Ginebra: Arbre d’Or, 2011, p.105.

[6] Gadamer, H.- G. Los caminos de Heidegger. Barcelona: Herder, 2002, p.103.

[7] Ibíd., p.107.

[8] «Moldes estructurales de visión y de consumo (…) aunque las cosas ya no sean cosas. Sino máscaras. Débiles sombras. Acaso simulacros. Sustitutos de ideas. Ideología. Pura ideología. En estado bruto. Muy bruto.» Pérez Rodrigo, David. Malas artes. Experiencia estética y legitimación institucional. Murcia. CENDEAC, 2003, p.74.

[9] Esto me recuerda también el proceso de decantación, de purificación de la arcilla.

[10] Que aparece en sus Coplas del mismo, hechas sobre un éxtasis de harta contemplación.

[11] Gamoneda, Antonio, y Universidad De Alcalá. Antonio Gamoneda, Premio Cervantes 2006. Palabras de Antonio Gamoneda en el acto de entrega del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2006. Alcalá De Henares: Universidad De Alcalá, 2007, p.5. Disponible en web: https://biblioteca.uah.es/otros/documentos/2006_AntonioGamoneda.pdf
 
[12] Ibíd., p.7.










fotos Néxodos

 



Museo de Cerámica de Aranda de Duero, Burgos

desde el 25 de mayo, y hasta el 25 julio 2021


Horarios: viernes 12 a 14 h y 18 a 20 h


sábados y domingos: 12 a 14 h


Dirección: Calle Don Julián y Don Romero, 5,

09400 Aranda de Duero, Burgos

Teléfono: 666 06 84 29

 



fotos Néxodos